18 Mar Por los que nunca se rinden
Rick nació con una parálisis cerebral, después de que el cordón umbilical, enrollado alrededor de su cuello, le provocase falta de oxígeno en el momento del parto. Los médicos indicaron a sus padres que Rick se mantendría en un estado vegetal persistente… sin embargo sus padres ignoraron el diagnóstico.
Dick, el padre de Rick, consiguió acceder a una computadora especial, con la que su hijo, contra todo pronóstico y a la edad de 12 años, fue capaz de aprender a hablar usando los movimientos de la cabeza.
Desde que era todavía muy pequeño, Dick Hoyt ponía a su hijo posit por toda la casa, para identificar los objetos, y le hablaba con la convicción de que su hijo le escuchaba. Hasta la madre de Rick lo tomaba por tarumba.
Lo primero que Rick le dijo a su padre con su particular forma de hablar fue “¡Vamos Bruins!”, suficiente para comprender que a Rick le apasionaban los deportes.
Cuando Dick le preguntó a su hijo,
-¿pero Rick, sabes leer?
Su hijo le contestó:
–Tú me has enseñado a leer, papá.
La primera carrera que su padre hizo con él, fue una carrera benéfica para apoyar a un compañero de escuela de Rick, que se había lesionado. Rick hizo esta propuesta a su padre, y éste empujó la silla de ruedas adaptada para la ocasión en aquella carrera de 5 millas que supuso un antes y un después. Corría el año 1977.
Hoy Dick es profesor en el Colegio de Boston y continúa corriendo junto a su padre y dando charlas motivaciones por todo EEUU.
Y, lo más importante, continúan haciendo del amor, el respeto y la comprensión entre padre e hijo, el mayor motor de sus vidas.
Para todo lo demás, caprichos, regalos, agradecimiento, entretenimiento:
pásate por el centro comercial Ciudad de Tres Cantos
y disfrutad de un gran día:
El día del padre.